Contemporáneo al edificio “Desfile del Amor”, el edificio de viviendas, locales comerciales y cine “Actualidades” en la plaza del Carbón constituye la respuesta de José Joaquín González Edo a su compromiso con el ideario de la vivienda moderna en el contexto del centro histórico de la ciudad. La vocación más decididamente racionalista de aquél se atempera aquí para permitir la aparición de ciertas “concesiones” a lo histórico derivadas del diálogo con el entorno. Lo que en realidad venía a demostrar González Edo con esta obra es que una arquitectura moderna en los centros históricos era posible, sí, pero sólo tras un proceso de autocrítica que matizase los presupuestos del Movimiento Moderno en arquitectura.

González Edo, integrante de la madrileña generación de 1925, desecha principios como el de la zonificación y la diversificación de usos, y concibe la ciudad histórica como un espacio vivo; la respuesta a tales presupuestos tomó la forma de un inmueble que aglutinaba distintos usos además del residencial, prestando por tanto el necesario complemento a este último. El edificio, encargado por Carlota Alessandri Aymar, conoció dos proyectos previos (septiembre y noviembre de 1932) caracterizados por la ausencia del cinematógrafo y los locales comerciales. Estos encontraron acomodo en el proyecto definitivo mediante la elevación de un basamento de dos alturas que define la alineación y conforma el plano principal de fachada. La planta baja alojaba las localidades para espectadores y los palcos destinados a los propietarios, reservándose la entreplanta a cabina, almacenes y oficinas del cinematógrafo.

A nivel formal, los distintos proyectos describen una secuencia estilística que abarca desde el expresionismo de corte mendelsohniano –referente de juventud de González Edo- de los dos primeros, con tratamientos curvos de esquinas al modo de los chaflanes decimonónicos; a un racionalismo atento a las tradiciones arquitectónicas locales aunque con esquinas en ángulo recto, que caracteriza al definitivo. Las viviendas se desarrollan en tres plantas rematadas por un ático, a razón de dos viviendas por planta. Al juego moderno de los volúmenes prismáticos carentes de ornato el arquitecto opone la relativa jactancia de unas fachadas que incorporan referencias al entorno arquitectónico y se entregan a un cierto deleite en la combinación de materiales. Así, el ladrillo aplantillado reclama su lugar en la arquitectura local disponiéndose en cornisas y ventanas; estas avanzan del plano de fachada mediante una serie de volúmenes volados que citan a los balcones con cierros de madera propios de la arquitectura decimonónica malagueña. La tercera planta recupera el plano de fachada, aunque esta se retranquea en las esquinas para crear un segundo plano de desarrollo vertical que a su vez recuerda a las tradicionales torres esquineras malagueñas. Estos áticos en esquina flanquean unas terrazas dominadas
por pérgolas de hormigón a escuadra de estética minimalista.

El autor respetaba además las trazas de la ciudad histórica con un edifico en manzana de parcelario decimonónico; el sesgo decó del hall de acceso a las viviendas vino a demostrar finalmente que para González Edo la arquitectura es un hecho histórico que se despliega a lo largo del tiempo sin solución de continuidad, sin grandes sobresaltos. Lo decimonónico, el Modernismo y el Movimiento Moderno no se solapan ni contraponen, sino que constituyen estadios de la vida de un organismo vivo, la arquitectura. El autor hizo además gala de la cacareada fe moderna en el progreso tecnológico al dotar al cinematógrafo y las viviendas de instalaciones de carácter pionero a nivel nacional, como el circuito de aire acondicionado de aquél. También se estudiaron pormenorizadamente el aislamiento acústico y la iluminación indirecta, para la que se optó por reflectores de encendido lento. Las viviendas, comunicadas mediante ascensor, contaban además con calefacción independiente.

El edificio de viviendas, locales comerciales y cinematógrafo “Actualidades” constituye en definitiva el paradigma de la particular manera de entender en Málaga el Movimiento Moderno en arquitectura a la altura de los años treinta, además de un clarificador manifiesto de la inconveniencia o imposibilidad de formular códigos con vocación de universalidad. González Edo, todo un pionero en la lectura patrimonial de la ciudad histórica, acusó la irresistible tendencia del momento a la traslación de los modelos centroeuropeos que caracterizó a sus contemporáneos, pero abordándolos desde posicionamientos críticos al contacto con la ciudad histórica, que lo convenció de la especificidad del lugar en arquitectura.

IVV