El edificio ofrece fachada a tres calles: Tomás de Heredia, Vendeja y Casas de Campos. La planta baja y la entreplanta, en las que se alojan, además de la entrada principal, numerosos espacios comerciales, forman un primer cuerpo retranqueado. Sobre el mismo se eleva el cuerpo compacto de la construcción, unificado por un uso igualitario de materiales. El despliegue horizontal combina bandas de celosía metálica con placas rectangulares de hormigón. Los listones que perfilan las celosías y el llagueado profundo entre las placas conforman una articulación vertical, estructurando los paramentos en una tupida malla geométrica. La aparente unidad se ve dinamizada por un tratamiento distintivo que establece una sutil jerarquización. La fachada principal, donde se abre el acceso al garaje, presenta esta organización de forma uniforme, mientras que las laterales resuelven los perfiles inferiores volados a través de un zigzag sesgado.
El vocabulario funcional, apoyado en el tratamiento brutalista de los materiales, se inserta en el proceso de renovación de la arquitectura de la década de los setenta en la ciudad, en un entorno histórico con el que dialoga en fuerte contraste.
BRG