Como todos los proyectos que integran la barriada de Soliva, éste también cumple la premisa de poseer doble fachada, lo que permite la aireación natural reduciendo el gasto energético por climatización. El edificio se dispone de forma alargada en sentido Norte-Sur y en disposición transversal a la arteria principal y vertebradora de la barriada.
Lo integran cuatro bloques dispuestos de forma escalonada para adaptarse al desnivel del terreno. El ladrillo visto se ha empleado masivamente como material que unifica el edificio, que cuenta con patios interiores y una zona verde privada adosada a un lateral del mismo. Los bloques se disponen en dos alineaciones paralelas que dejan en su interior un enorme patio alargado, accesible también mediante puertas secundarias abiertas en el bajo de las grandes fachadas. En la fachada menor que da a la calle de Escritor Antonio Soler se emplaza el acceso principal, tras el que se dispone una de las cajas de escalera, oculta tras un enorme panel de maderas con lamas de madera de diferentes dimensiones configurando un juego estético que combina su disposición horizontal integrando bandas verticales.
Cada uno de los bloques dispone de sótano para aparcamiento, bajo comercial y tres plantas de altura. Se comunican en las plantas superiores mediante balconadas corridas, que corresponden a las viviendas de cuatro dormitorios. Transversalmente el edificio es atravesado por unos pasos que dan acceso tanto a los diferentes portales como al jardín -ya mencionado-, situado lateralmente, al otro lado del edificio. La posible monotonía del uso del ladrillo visto y la rítmica repetición de huecos se minimiza sustrayendo, el cuadrante superior izquierdo de la fachada de los bloques, de forma alternativa, al ladrillo, dotando a los balcones de una composición diferente, que integra visera de hormigón sobre columnas lisas y revestimiento exterior de chapas metálicas sin tratar.