El conjunto vacacional de apartamentos Aloha, construido entre 1966 y 1969, constituye la réplica del propio Antonio Lamela a su urbanización Playamar. Como ésta, el conjunto Aloha busca el desarrollo vertical de los bloques de apartamentos para liberar suelo y emplearlo como zona verde, deportiva y de ocio. Pero se sitúa prácticamente en el otro extremo de Torremolinos, en una parcela lindante con la antigua N-340 y algo separada de la línea de costa. Por lo demás, Aloha resulta mucho más complejo en el empleo de distintas soluciones para cada una de sus partes. La parcela, en ligera pendiente, se enrasó completamente, optándose por articular una plataforma en su extremo occidental para salvar la diferencia de cota respecto a la carretera, fórmula ya planteada por Rafael de La-Hoz en la urbanización Eurosol. Esta plataforma rebasa la rasante de la N-340 para alojar locales comerciales orientados a la vía pública y servir de basamento a uno de los dos bloques de apartamentos; bajo la rasante se articulan otros dos niveles abiertos a la zona privada, destinados en origen a almacenes y comunicaciones verticales con la misma. Además, la entreplanta de este bloque se dedica a club social, comunicado con la terraza superior de la plataforma; su superficie se redujo para dejar vista la red de pilares perimetrales del edificio y permitir así el tránsito bajo el mismo. A continuación de alzan ya las nueve plantas dedicadas a apartamentos, dotándose estos de amplias superficies de terraza con jardineras.
El otro bloque se yergue directamente sobre la rasante de la zona comunitaria; a fin de igualar la altura del otro bloque, y al no contar con una plataforma sobre la que alzarse, se eleva mediante trece pisos de apartamentos sobre una planta baja diáfana, de manera muy similar a como lo hacen los bloques de la urbanización Playamar. Cuestiones de alzado aparte, los dos bloques de Aloha se articulan de la misma manera: en planta remiten a un rectángulo cuyos lados se quiebran para permitir el escalonamiento en fachada de los apartamentos y facilitar así las mejores vistas y asoleo a todos ellos. Las terrazas voladas, mucho más extensas hacia el Suroeste, potencian el efecto anguloso de las fachadas. Sobre la terraza de cierre se dispone finalmente un amplio volumen cuadrangular destinado a alojar la maquinaria de los ascensores, en el que además se sitúa un gran rótulo con el nombre y el número del edificio.
La rigorista y angulosa composición de los volúmenes edilicios se anima y encuentra un vistoso contrapunto en los potentes parapetos que cierran las terrazas de los apartamentos y de los distintos niveles de la plataforma; compuestos en piedra blanca, presentan un perfil redondeado en su parte inferior y se vacían por arriba para dejar espacio a amplias jardineras que pueblan así las fachadas.
La zona comunitaria es un amplio espacio verde salpicado de paseos y elementos para el esparcimiento; distribuye además un segundo tipo de elemento habitacional, unos bungalós adosados de sencilla estructura cúbica que se disponen rodeando la piscina. Los espacios comunitarios continúan en la parcela contigua, al otro lado del pasaje que divide el conjunto. Aquí se ha optado por construir un cuerpo de una sola altura que ocupa toda la manzana y que se dedica a locales comerciales; sobre el techo del mismo se dispone una amplia superficie en terraza, cerrada por el mismo tipo de parapeto ya observado en los bloques de apartamentos. En este punto se disponen dos nuevas series de bungalós en torno a una piscina, rematando el conjunto una pista de tenis también alzada sobre el nivel de la calle. En el espacio intersticial de la piscina y esta cancha se alza un curioso mirador elevado que repite el motivo del parapeto con jardineras, convertido en auténtico leit motiv de toda la urbanización.
El conjunto Aloha constituye uno de los mejores ejemplos del modelo de urbanización turística y vacacional desarrollado en Torremolinos en los años setenta, del que viene a ser una especie de recapitulación o síntesis. Como los conjuntos previos del propio Lamela o de Rafael de La-Hoz, el Aloha se basa en la misma idea de generar mediante la ordenación de amplias parcelas sin urbanizar una serie de plusvalías. Esta ordenación del espacio en Aloha se acerca al modelo de Playamar en cuanto a la concentración en altura de la edificabilidad a fin de liberar suelo para su empleo en zonas verdes, aunque combinado con soluciones habitacionales de baja altura. Ciertas soluciones formales remiten directamente a Rafael de La-Hoz, cuya fórmula se estandarizará a la hora de urbanizar parcelas lindantes con la N-340. Los bloques de Aloha muestran, frente a los citados, una mayor consideración por los juegos volumétricos y la apreciación de los cantos redondeados en los parapetos. En cualquier caso, es un conjunto encuadrable dentro del llamado Estilo del Relax.
Por otra parte, las dimensiones –y pretensiones- del conjunto son mucho más modestas que las promociones inmediatamente anteriores, señal del progresivo ralentizar del desarrollo turístico. Tras las torres Aloha se encontraba un modelo promotor distinto y novedoso, auspiciado por el Banco de Bilbao. Éste proyectó una cadena de hoteles y apartoteles a lo largo de la Costa del Sol, de la que estas dos torres en la Carihuela son los números 6 y 7. La poca originalidad de los restantes hace de estos dos, por calidad y originalidad de la propuesta, una excepción debida, sin duda, a su autoría.
IVV