Un proyecto debe nacer del lugar, de su entendimiento y aprovechamiento, no puede ser asumido como simple telón de fondo de una construcción, ya que la arquitectura comienza en el descubrimiento del enorme potencial que el lugar aporta. El edificio de usos sociales de Sierra de Gata construye un nuevo lugar que pone en valor las preexistencias a través de una arquitectura sensible, proporcionada y bien matizada, a través del uso correcto de unos materiales de proyecto como la topografía, la vegetación, el paisaje, la luz, el tiempo y un subsidiario uso de materiales atento a todos ellos. El exterior y el interior se entienden complementarios de igual manera que el día y la noche lo son para la apreciación del tiempo, como componente de esta arquitectura que sabe medirlo, controlando sus imágenes diurnas y nocturnas. Al observar su planta, el dibujo del proyecto nos muestra la complementariedad existente entre el espacio abierto del camino de acceso y el patio con el edificio ofreciéndonos una lectura clara de la fantástica actividad proyectual que hace nacer todo el conjunto complementando el espacio interior con el exterior, la vegetación con lo construido, el día y la noche, construyendo un caleidoscopio de imágenes variadas que capturan el paisaje del lugar propio y el inventado.
La no ortogonalidad de los volúmenes permite apreciar una arquitectura que constantemente se mira a sí misma, descubriéndose para sorprendernos, invirtiendo la simple lectura interior-exterior en una sucesión de vistas y escalas que siempre saben encontrar la relación con el paisaje, puesto en valor por los árboles conservados, hasta el extremo que los vidrios que separan el exterior del interior del patio se asemejan más a la superficie del agua cuando estamos sumergidos y prolongan nuestra visión en otro medio. Respecto al exterior nos encontramos con unos volúmenes opacos, que atienden a la escala del lugar, fragmentados en cuatro piezas, que se abren solo cuando es estrictamente necesario evitando la aparición de ventanas que darían lugar a la composición de una fachada, convirtiendo el patio en el corazón de este organismo y cada apertura en una mirada intencionada al lugar. Podríamos hablar de una arquitectura líquida, que nos permite sumergirnos en el espacio entendido o materializado como un líquido capaz de ser dotado de forma por el continente, que es la manera como se comporta el edificio de Natalia Muñoz. Efectivamente, la importancia de la intervención se encuentra en la cualificación de sus lugares, y el edificio se comporta con ese carácter subsidiario de las grandes obras.
Ha sido premiado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga con el Primer Premio Málaga «Equipamiento y Edificio público 2011»
JOVC – FMF