La mayoría de las cofradías de la ciudad poseen ya su propia Casa Hermandad en el centro de la ciudad. En los años cuarenta, siendo obispo de la diócesis Balbino Santos Olivera, se decide que las cofradías dejen de salir del interior de los templos. Esta decisión supuso el nacimiento de los “tinglaos” que, floreciendo una vez al año, imprimirían valores de identidad a la Semana Santa malagueña. Valores no contemplados por las cofradías que exigían inmuebles perennes en el calendario y en el espacio de la ciudad. La Casa Hermandad, además de salvaguardar los enseres y albergar los tronos, tiene por función la exposición -en la mayoría de los casos- de dicho patrimonio. En los 60 y 70 se inauguraban las dos primeras (una en cada década), en los años 80 cuatro, en la década de los 90 nueve y en la primera década del siglo XXI lo hacían catorce. En 2011 se encuentran dos en ejecución -Crucifixión y Misericordia con inauguración prevista en el transcurso de 2012- y otras dos a la espera de iniciar las obras -Fusionadas y Salutación-. Dulce Nombre, Salesianos y Descendimiento, a la espera de la cesión de “sus” solares por parte del Ayuntamiento o de la financiación para la construcción, serán las únicas tres -de las más de treinta cofradías que procesionan en Málaga- que levantarán en los próximos años sus “tinglaos”.

La tipología de estos inmuebles dentro del Casco Histórico es difícil de catalogar. Adquieren proporciones de nave industrial y se enmascaran bajo la etiqueta de Casa Hermandad. Una escala de difícil manejo en la trama residencial consolidada de la ciudad antigua que cofradías como Humillación, Sepulcro o Nueva Esperanza han sabido encajar desde el lenguaje contemporáneo de la arquitectura y el uso religioso contenido. Entre todas ellas es destacable la Casa Hermandad de Estudiantes. Su inserción en el epicentro del Casco Histórico (entre el Museo Picasso, el Teatro Romano, la Alcazaba y el Palacio de la Aduana) es acertada y su escala, dentro de lo imposible, encuentra sintonía con los edificios de viviendas adyacentes. La proporción de huecos y la materialidad de su fachada ayudan a que la relectura de este coloso inmueble sea posible socioespacialmente. Inaugurada en el año 2000, podemos calificarla como pionera en su transmisión formal: sin riesgos añadidos, la arquitectura contemporánea de la Casa de Estudiantes ha sido semilla de nuevas intervenciones para otras cofradías que, sin excentricidades, han entablado nuevos diálogos con la trama urbana del Casco Histórico.

JOVC