Dentro de la apuesta por la modernidad y como desarrollo de una arquitectura propia de la Costa del Sol, proliferan en Málaga arquitecturas que configuran el mapa del conocido como “estilo del relax”, a partir de la definición de Diego Santos y Juan Antonio Ramírez, “expandido” por Maite Méndez en la revisión ampliada del mismo. Es el caso del Garaje Catedral, ejemplo del interés por la curva que en los años setenta marcó una de de las claves del estilo.
No obstante, las cualidades más extravagantes del mismo se atenúan sin perder contundencia. Es posible que el impacto histórico y visual de la cercana catedral esté entre las causas de esta pretendida contención. Como también se podría esgrimir como causa directa de la elección de esta solución: el ejemplo de las curvas catedralicias visibles en los cubillos y en los desarrollos curvos de los cuerpos de la girola, permitiendo así un diálogo entre tradición y modernidad, propio asimismo del estilo del relax. No obstante, las referencias lo posicionan en un diálogo ampliado al Movimiento Moderno, al recordar tanto a la arquitectura expresionista de un almacén de Mendelsohn como a la fábrica Fagus de Gropius.
Sea como fuere, la fachada despliega una potente curva que se abre en su recorrido al entrar en la recta de la calle, esquema que se articula y distingue a la vez a través de un cuerpo de ladrillo que recorre la altura completa del edificio. La composición horizontal alterna fajas corridas de ladrillo y cristal, estas últimas estructuradas con perfiles de acero que forman extensas cuadrículas. De este modo la fachada funciona como muro-cortina de la estructura sustentante que se retranquea y disimula sin ocultarla. Se consigue un interesante juego de contrarios: transparencia y opacidad, ligereza y fortaleza, funcionalidad y representatividad.
BRG