Se trata de un excelente ejemplo de arquitectura racionalista, además de uno de los primeros casos de edificio de viviendas en la década de los cincuenta que abandona las referencias historicistas que habían caracterizado a la arquitectura de la Autarquía. El edificio se emplaza en una parcela larga y estrecha, de manera que la fachada al callejón Herrería del Rey es la que presenta una mayor extensión, quedando limitada en Puerta del Mar a dos huecos por altura, más una esquina curva. Esta esquina curva es especialmente interesante al relacionarse con la tradición decimonónica y de principios del XX de los cubillos curvos (presentes, por ejemplo, en la calle Larios y en el edificio situado enfrente, el nº 1 de Alarcón Luján), que ahora se solucionan en vacío, al sustituir los habituales cierros del XIX por balcones abiertos. La composición del bloque utiliza varios cuerpos cúbicos volados, con entrantes y salientes, especialmente patente en su zona superior. Lo que más llama la atención del edificio es sin duda el cupulín campaniforme que remata la fachada principal, y que actúa a modo de emblema del negocio de vinos que promovió su construcción: la célebre bodega «La Campana». El resultado es un magnífico edificio que a la vez se singulariza y dialoga con su entorno, un magnífico ejemplo de cómo la arquitectura malagueña puede ser moderna sin olvidarse de su contexto espacial.
FGG