Este magnífico colegio de Fernández Shaw constituye uno de los mejores ejemplos de arquitectura contemporánea en la Málaga de mediados del siglo XX. Además de sus intrínsecos valores arquitectónicos, su interés reside sobre todo en la reformulación que el gran arquitecto madrileño efectúa de la arquitectura historicista, imbricándola perfectamente en el Movimiento Moderno y demostrando cómo en ocasiones las formas del pasado no son incompatibles con la modernidad. El conjunto se articula mediante dos edificios dispuestos en L: el colegio y la capilla. El colegio es el edificio más sencillo y menos ornamentado y, por consiguiente, el más alejado de las propuestas neohistoricistas. De hecho, consiste básicamente en un paralelepípedo (de orientación meridional) situado sobre un cuerpo bajo rematado por terraza, que actúa como planta baja. Sobre él se sitúan otras tres plantas: mientras que las dos primeras se resuelven mediante amplios ventanales casi cuadrados (no muy alejados de la línea iniciada en la Escuela de Chicago), la tercera posee ventanucos pareados de arco apuntado, que son los que le confieren el más evidente toque neogótico. El otro elemento historicista, en este caso más elusivo, lo constituyen los gruesos pilares que separan las ventanas y articulan cada una de las tres plantas, y que sobresalen en altura por encima de la cornisa: aunque su función es eminentemente ornamental, suponen un recuerdo de los contrafuertes medievales. En su centro, se proyecta al exterior un cuerpo que ejerce de eje principal, en el que se sitúa la entrada.
En cambio, la capilla es mucho más decorada y monumental, constituyendo la enseña de La Asunción y dominando desde su colina todo el barrio de Pedregalejo, gracias a un efectivo impacto visual. Su fachada, con una portada de mármol a la que se accede por una escalinata imperial, trasluce la estructura interior de tres naves. El cuerpo central, que duplica la anchura de los laterales y triplica su altura, ejerce también de torre. El conjunto, escalonado, se articula mediante pilares que dialogan con los del colegio, y que se rematan mediante esculturas y, el central, con una cruz. El resultado, muy monumental, es por consiguiente una estilización art déco del gótico. El interior, diáfano y luminoso, posee una mayor carga historicista, aunque el tratamiento del ladrillo visto y de las vidrieras lo dotan de una gran calidad, destacando también la capilla mayor y la sillería del coro. En el cuerpo sobre el que se ubica el templo se sitúa un salón de actos, que desde los tiempos de la democracia se utiliza también como colegio electoral. Dentro de la obra de Fernández Shaw, la fachada principal de la capilla de La Asunción guarda inequívocos paralelismos, aunque en una escala menor, con su contemporáneo proyecto no realizado para la Basílica Hispanoamericana de Nuestra Señora de la Merced en Madrid, datado en 1949 y que participó en el concurso que finalmente ganaron Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga Gutiérrez. Como curiosidad, la magnífica obra de La Asunción hizo merecedor a Fernández Shaw de una calle en los alrededores del colegio.
Recientemente se ha construido un pabellón neorracionalista para albergar las aulas de educación infantil, un sencillo edificio de calidad al que se accede por una elevada escalinata.
FGG