El edificio de viviendas del arquitecto Enrique Atencia Molina se asoma a la calle Zegrí -siendo ésta su fachada principal- y libera sus laterales a las calles Alcazabilla y Santiago. Esto, junto a las seis alturas que posee, le proporciona al inmueble una presencia relevante en la manzana que ocupa, ya no sólo en la época que se construyó (años cincuenta), sino en la actualidad en pleno epicentro del Casco Histórico. Un área, en continua ebullición “cultural”, recuperada mediante las intervenciones de peatonalización de las calles en las que se sitúa el inmueble y la puesta en valor de la Alcazaba y el Teatro Romano a los que se asoma.
El volumen exterior es limpio y patente queda la ausencia de impostas o molduras que separen cada planta -a excepción de las existentes entre la planta baja y entreplanta con respecto al resto de alturas-. El lenguaje de la fachada es de líneas atentas con el entorno y rotundo en cuanto a la profundidad de sombras que los cuerpos verticales salientes en fachadas (Alcazabilla y Zegrí) otorgan a la volumetría: miradores de mampostería con balcones empotrados pareados rematados en la parte superior con arcos ciegos de medio punto. Cuerpos centrales de la composición de los alzados del edificio que proporcionan una melodía de luces y sombras a su vez alimentada por la presencia de numerosos balcones en los huecos de las cinco plantas superiores. Balcones de vuelos rectos excepto en las esquinas de la más alta sobre los que se dispone la azotea. Azotea que se retranquea de la alineación ofreciendo a ésta un empalizado de pérgolas de madera sobre seis fustes que construyen cada esquina. En líneas generales, el edificio es un buen referente constructivo característico de la arquitectura local de mediados del siglo XX.
JOVC